Noticia Detallada - TSJ Regiones

La mujer, hoy más que nunca, es icono de feminidad, fortaleza, espiritualidad, refugio, tenacidad, lucha y conquista. Si a estos atributos le sumamos la grandeza de la maternidad, entonces tenemos a un ser digno de toda admiración y respeto.

Desde la más temprana edad, e incluso antes de la gestación, las madres llenan sus vidas de amor, dulzura, paciencia e inteligencia para enfrentarse a la más difícil tarea de su existencia, y para la cual no reciben ningún tipo de preparación: tener un hijo.

Ellas poseen la capacidad de renunciación más grande que las lleva a pensar siempre primero en el bienestar de sus pequeños, y luego en el propio. No encuentran felicidad mayor que ver a sus hijos sonreír, y sienten más que propias las tristezas de sus vástagos.

Con los años hemos visto como han pasado a ser, además de madres, profesionales trabajadoras que desde que sale el sol están labrándose un camino propio y ajeno: uno que recorrer sobre sus propios pasos, y otro para esos pequeñines que viajan con ella.

No hay enfermedad que las detenga ni horario que les impida cumplir con sus obligaciones. Y por si fuera poco, todavía hay tiempo, disposición, paciencia y amor para tomar a sus hijos en brazos y compartir con ellos hasta que termina el día.

¿A quién no le parece sublime el recuerdo de una madre cubriéndonos con una manta antes de dormir?

¿O cuidándonos hasta muy tarde cuando alguna enfermedad nos aquejaba?

¿Quién no extraña sentarse a la mesa y que mamá esté a su lado sonriendo con nuestras historias mientras se preocupa porque no lancemos la comida sobre nuestra ropa?

El cielo, de ser el paraíso terrenal prometido, tiene un cupo asegurado para todas las madres. No sólo las que sufren el dolor de "parir" un hijo, sino aquellas que sienten como propios los sufrimientos de los hijos de otra.

FELICIDADES a las MADRES que están, y a las que nos bendicen cada día desde nuestros recuerdos.

BETTYS LUNA AGUILERA

JUEZA RECTORA