REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA



EN SU NOMBRE
JUZGADO CUARTO DE PRIMERA INSTANCIA EN LO CIVIL, MERCANTIL Y
Maracaibo, 19 de enero de 2015
204° y 155°
EXPEDIENTE Nº: 14.241
PARTE ACTORA: SM VERTIX INSTRUMENTOS S.A.
PARTE DEMANDADA: SM TE CON TE C.A
FECHA DE ENTRADA: 17 de diciembre de 2014
MOTIVO: CUMPLIMIENTO DE CONTRATO.

Inicia la presente acción en virtud de demanda incoada por la sociedad mercantil Vertix Instrumentos S.A., sociedad domiciliada en la Ciudad de Maracaibo estado Zulia, inscrita ante el Registro Mercantil Segundo de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y estado Miranda, en fecha ocho (08) de febrero del año 1993, bajo el N° 53, Tomo 39-ASDO, modificados sus estatutos según Acta de Asamblea General Extraordinaria de Accionista de fecha doce (12) de agosto del año 1998, inscrita por ante la mencionada oficina de registro en fecha veintinueve (29) de septiembre del mismo año, bajo el N° 13, Tomo 439-A-SGDO, posteriormente inscrita en el Registro Mercantil Primero de la Circunscripción Judicial del estado Zulia en fecha veintiséis (26) de abril de 1999, bajo el N° 33, Tomo 20-A, contra la sociedad mercantil Te Con Te C.A, sociedad inscrita ante el Registro Mercantil Tercero de la Circunscripción Judicial del estado Zulia en fecha ocho (08) de febrero del año 2000, bajo el N° 20, Tomo 7-A.
Ahora bien, consignó la parte actora escrito contentivo de solicitud de medida cautelar innominada de ocupación temporal del lote de terreno objeto del contrato de arrendamiento sobre el cual versa la presente controversia, correspondiendo a este Tribunal emitir pronunciamiento respecto a la medida cautelar innominada peticionada por la parte actora, ello en virtud de la diligencia suscrita en fecha catorce (14) de enero de 2015 por la profesional del derecho Maha Yabroudi, inscrita en el Inpreabogado bajo el N° 100.496, mediante la cual solicita a este Juzgado el pronunciamiento a que hubiere lugar fundamentada en el escrito de medida y las documentales presentadas.
A este respecto solicitó la demandante medida cautelar innominada en los términos que se transcriben a continuación: “(…) En la presente acción de nulidad, este peligro en la demora, encuentra asidero, en el hecho de que mi representada se ha visto en la necesidad de contratar un servicio de valet parking a fin de que los vehículos de los trabajadores de mi representada y visitantes sean estacionados en un estacionamiento cercano, lo cual se ha traducido en una erogación enorme de dinero pues no solo debió de contratar el servicio de valet parking ya mencionado, sino también la contratación de un servicio de vigilancia privada para el resguardo de los vehículos de los empleados y clientes, pues los puestos existentes en el local donde opera mi mandante ya no son suficientes actualmente para las nuevas fuentes de empleo generadas, y la atención de nuestros clientes, de hecho esa ha sido la razón fundamental para la adquisición de este terreno”
Con vista a lo anterior, el Tribunal considera pertinente establecer los parámetros para decretar medidas innominadas y, en este sentido, la norma adjetiva exige además del fumus boni iuris y el periculum in mora como requisitos de procedencia de las medidas cautelares nominadas, la materialización de un tercer requisito que en doctrina se ha denominado como periculum in damni, expresado en el Parágrafo Primero del Artículo 588 del Código de Procedimiento Civil, que dispone:
“…Además de las medidas preventivas anteriormente enumeradas, y con estricta sujeción a los requisitos previstos en el artículo 585, el Tribunal podrá acordar las providencias cautelares que considere adecuadas, cuando hubiere fundado temor de que una de las partes pueda causar lesiones graves o de difícil reparación al derecho de la otra. En estos casos para evitar el daño, el Tribunal podrá autorizar o prohibir ejecución de determinados actos, y adoptar las providencias que tengan por objeto hacer cesar la continuidad de la lesión…”. (Resaltado del Tribunal)

La Sala Constitucional de nuestro máximo Tribunal ha establecido el alcance de la potestad cautelar del cual se encuentra investido el Juez, siendo uno de los contenidos fundamentales del derecho a la tutela judicial efectiva reconocido en el artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, tal y como se ha dejado sentado en sentencia de fecha siete (07) de Agosto del año 2007, expediente 05-1370, con ponencia del Magistrado Dr. Jesús Eduardo Cabrera, en la cual establece:
“En el estadio constitucional actual, como herramientas del justiciable para procurar la ejecutabilidad de un posible fallo estimatorio a su pretensión, las medidas cautelares son comprendidas –sin lugar a dudas- como herramientas destinadas a hacer valer el postulado constitucional reconocido en el artículo 257 de la Carta Magna, según el cual el proceso es un instrumento fundamental para la realización de la justicia.

Desde esta visión, las providencias cautelares son, en palabras del Profesor CALAMANDREI (Providencias Cautelares, Buenos Aires, Ed. Bibliográfica Argentina, 1984, p. 45), «el instrumento del instrumento».

Por ello la Sala -en no pocas oportunidades- ha dejado perfectamente claro que la tutela en sede cautelar no es potestativa del juez sino que, por el contrario, constituye su deber ineludible procurarla (véanse, entre otras, sentencias nos 1832/2004, caso: Bernardo Weininger; 3097/2004, caso: Eduardo Parilli Wilhem; 269/2005, caso: Defensoría del Pueblo; 270/2005, caso: B.P. Oil Venezuela Ltd. y 4335/2005, caso: Wilmer Peña Rosales).

Si bien la potestad cautelar se reconoce como una garantía fundamental del derecho a la tutela judicial efectiva, su otorgamiento se encuentra vinculado a la satisfacción de determinadas exigencias tendentes a evitar que quien la solicite, se procure una ventaja inmerecida –en perjuicio de su contraparte- valiéndose del proceso con un objeto ajeno a la prosecución de la justicia.”.(Resaltado propio).

Son pues los presupuestos y requisitos exigidos por la vía de causalidad contenidos en el artículo 585 Código de Procedimiento Civil a saber, el FUMUS BONI IURIS o verosimilitud del buen Derecho y PERICULUM IN MORA, o condición que traduce el temor objetivo por parte del pretensor de ver frustrado su derecho por conductas inherentes a la parte demandada.
Bajo esta óptica, los extremos exigidos en la disposición cuyo tenor se aplica, comportan igualmente las condiciones necesarias para el uso del poder cautelar general reconocido al Juez en el parágrafo primero del artículo 588 ejusdem, el cual circunscribe o delimita la potestad jurisdiccional, al cumplimiento de los requisitos exigidos por la vía de causalidad, es por ello que se requiere de la ponderación de los elementos necesarios para el otorgamiento de la cautela, sin que ello suponga emitir opinión sobre la procedencia del derecho que se reclama.
Por criterio reiterado del Tribunal Supremo de Justicia, la Sala Político Administrativa, ha establecido:
“Es criterio de este Alto Tribunal que el poder cautelar debe ejercerse con sujeción estricta a las disposiciones legales que lo confieren, y por ello la providencia cautelar sólo se concede cuando existan en autos, medios de prueba que constituyan presunción grave de la existencia del riesgo manifiesto de quedar ilusoria la ejecución del fallo, así como del derecho que se reclama, por tal razón es imperativo examinar los requisitos exigidos en el artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, esto es, la presunción grave del derecho que se reclama (fumus boni iuris) y el peligro grave de que resulte ilusoria la ejecución de la decisión definitiva (periculum in mora).

Con referencia al primero de los requisitos (fumus boni iuris), su confirmación consiste en la existencia de apariencia de buen derecho, pues cuando se acuerda la tutela cautelar no puede prejuzgarse sobre el fondo del asunto planteado. Puede comprenderse entonces como un preventivo cálculo o juicio de probabilidad y verosimilitud sobre la pretensión del demandante; correspondiéndole al juez analizar los recaudos o elementos presentados junto con el libelo de la demanda, a los fines de indagar sobre la existencia del derecho que se reclama.

En cuanto al segundo de los requisitos mencionados (periculum in mora), ha sido reiterado pacíficamente por la doctrina y la jurisprudencia, que su verificación no se limita a la mera hipótesis o suposición, sino a la presunción grave del temor al daño por violación o desconocimiento del derecho si éste existiese, bien por la tardanza de la tramitación del juicio, bien por los hechos del demandado durante ese tiempo tendentes a burlar o desmejorar la efectividad de la sentencia esperada”.

De igual forma la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia N° 00442 de fecha treinta (30) de Junio de 2005 estableció lo siguiente:
“Ahora bien, en la esfera de las medidas cautelares, para declarar o no su procedencia, corresponde al juez verificar los extremos que la ley exige, y realizar un verdadero análisis de los hechos señalados y probados por el solicitante para constatar si los mismos tienen una trascendencia jurídica tal, que haga necesaria la medida, es decir, es determinante que el juez precise en cada caso, que el daño que el solicitante dice haber sufrido o la amenaza de que se produzca, es posible en la realidad (el riesgo o peligro de infructuosidad del fallo y la apariencia del buen derecho). Con respecto al periculum in mora, el maestro Piero Calamandrei sostiene lo siguiente:

“…En sede cautelar el juez debe en general establecer la certeza (en las diversas configuraciones concretas que estos extremos puedan asumir según la providencia solicitada) de la existencia del temor de un daño jurídico, esto es, de la existencia de un estado objetivo de peligro que haga aparecer como inminente la realización del daño derivable de la no satisfacción de un derecho. Las condiciones de la providencia cautelar podrían, pues, considerarse estas dos: 1° la existencia de un derecho; 2° el peligro en que este derecho se encuentra de no ser satisfecho…” (…).

…“…Este peligro-que bien puede denominarse peligro de infructuosidad del fallo- no se presume sino que debe manifestarse de manera probable o potencial, además de ser cierto y serio; en otras palabras, el Periculum in mora no se presume por la sola tardanza del proceso sino que debe probarse de manera sumaria, prueba esta que debe ser a lo menos una presunción grave, constituyendo esa presunción un contenido de mínimo probatorio…” (El Poder Cautelar General y las Medidas Innominadas, Caracas-2002, págs.283 y 284). (…)

Asimismo la referida Sala en sentencia de fecha once (11) de Agosto de 2004, expediente No. AA20-2003-000835, señaló:
“…En consecuencia, para que proceda el decreto de la medida no solo debe evaluarse la apariencia de certeza o credibilidad del derecho involucrado, sino que debe determinarse si de las argumentaciones y recaudos acompañados por el peticionario se deduce el peligro de infructuosidad de ese derecho, no solo en virtud del posible retardo de la actividad del Juez, sino también de los hechos que pudieran resultar atribuibles a la parte contra la que recae la medida, si fuere alegado por el solicitante de la cautela, supuesto éste que debe ser apreciado en conjunto, pues la sola demora del pronunciamiento sobre la pretensión constituye en sí mismo un hecho notorio y constante que no amerita prueba…”.

En base a las consideraciones doctrinales y jurisprudenciales anteriormente expuestas aplicables al caso subjudice, la Sala considera, que de acuerdo a la naturaleza de la cautelar solicitada, el sentenciador debe apreciar, no solo el hecho de la tardanza del juicio que no es imputable a las partes, sino todas aquellas circunstancias que pongan de manifiesto que en virtud de ese retardo, no podrá satisfacerse la pretensión del actor, es decir, en cada caso el juez deberá ponderar si el demandado ha querido hacer nugatoria de cualquier forma la pretensión del accionante valiéndose de la demora de la tramitación del juicio.

De esta forma, el juez puede establecer si se han cumplido los extremos de acuerdo a la cautela solicitada, para lo cual deberá verificar que existe una presunción grave de un estado objetivo de peligro que haga aparecer como inminente la realización del daño derivable por la insatisfacción del derecho, para lo cual tiene amplia discrecionalidad…”

Por último y previo a continuar con el análisis sobre la procedencia de la cautelar solicitada, se permite esta operadora de justicia realizar una breve transcripción de la sentencia dictada por la Sala de Casación Civil en fecha seis (06) de junio de 2013, expediente 2012-000244, con ponencia de la Magistrada: Yris Armenia Peña Espinoza:
“Ahora bien, las medidas innominadas son “…medidas preventivas…” de naturaleza cautelar, cuya finalidad primordial es prevenir y evitar un daño, siendo requisito propio y especifico de estas, el periculum in damni.

Así pues, el juez para acordar una medida innominada debe apreciar “además” del periculum in mora (riesgo manifiesto que quede ilusoria la ejecución del fallo) y fumus boni iuris (medio de prueba que constituya presunción grave del la circunstancia y derecho que se reclama), el requisito esencial exigido en el artículo 588 del Código de Procedimiento Civil, periculum in damni (fundado temor de daño inminente e inmediato).

En relación al decreto de medidas innominadas y su motivación, esta Sala en sentencia de fecha 10 de octubre de 2006, caso: Corporación Alondana, C.A., contra Corporación Migaboss, C.A. y otra, expresó lo siguiente:

Sobre este particular, es oportuno reiterar el criterio sentado por esta Sala de Casación Civil, entre otras, en la decisión N° 224, de fecha 19 de mayo de 2003, en el caso (La Notte, C.A. contra Hoteles Cumberland de Oriente, C.A. y Otras), expediente N° 02-024, en la cual dejó sentado:
“…En materia de medidas preventivas, el requisito de motivación del fallo se reduce al examen de los supuestos de procedibilidad a que se refiere el artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, vale decir, el fumus boni iuris y el periculum in mora; y, en caso de tratarse de la llamada por un sector de la doctrina: medida preventiva innominada, la sentencia del tribunal ha de referirse también al periculum in damni (Art. 588 Parágrafo Primero, eiusdem)…
(…Omissis…)

“De la aplicación de ambas disposiciones legales, se observa la existencia de tres requisitos de procedencia de las medidas preventivas establecidas en el parágrafo primero del artículo 585 (sic), a saber”.
“1º) La existencia de un fundado temor de que una de las partes, en el curso del proceso, pueda causar lesiones graves o de difícil reparación al derecho de la otra”;
“2º) Presunción grave del derecho que se reclama -fumus boni iuris-“.
“3º) Presunción grave del riesgo manifiesto de que quede ilusoria la ejecución del fallo -periculum in mora-“.

“Estos son los tres aspectos que debe examinar el juez para decidir sobre la procedencia de la medida cautelar que la doctrina ha denominado ‘medida innominada’, por ser diferente a las medidas preventivas típicas de embargo, secuestro de bienes determinados y prohibición de enajenar y gravar”.
…omissis…

Conforme al criterio de esta Sala supra transcrito, para que proceda una medida cautelar innominada, es necesario que el juez examine si concurren simultáneamente los siguientes requisitos:
1.- La existencia de un fundado temor de que una de las partes, en el curso del proceso, pueda causar lesiones graves o de difícil reparación al derecho de la otra (periculum in damni); 2.- Presunción grave del derecho que se reclama (fumus boni iuris) y, 3.- Presunción grave del riesgo manifiesto de que quede ilusoria la ejecución del fallo (periculum in mora).

Estos tres aspectos que debe examinar el juez para decidir sobre la procedencia de la medida cautelar innominada, son diferentes a las medidas preventivas típicas de embargo, secuestro de bienes determinados y prohibición de enajenar y gravar, en la cual el juez solamente analiza dos requisitos, el fumus boni iuris y el periculum in mora.”(Resaltado propio).

Deviene de la norma contenida en el artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, los extremos de obligatorio cumplimiento para la procedencia de las medidas preventivas, siendo aplicables los requisitos contenidos en la referida normal adjetiva, tanto a las providencias cautelares genéricas, como a las medidas innominadas contempladas en el parágrafo primero de dicha norma, resultando pues necesaria la concurrencia de los mismos.
De conformidad con lo previsto en el Parágrafo Primero del artículo 588 ejusdem, además de las medidas preventivas típicas y con estricta sujeción a los requisitos previstos en la referida norma adjetiva, el Tribunal podrá acordar las providencias cautelares que considere adecuadas cuando hubiere fundado temor de que una de las partes pueda causar lesiones graves o de difícil reparación al derecho de la otra; casos en los cuales el órgano jurisdiccional para evitar el daño, podrá autorizar o prohibir la ejecución de determinados actos, y adoptar las providencias que tengan por objeto hacer cesar la continuidad de la lesión.
Las cautelas innominadas para el autor nacional Ortiz-Ortíz, Rafael, constituyen un tipo de medidas de carácter cautelar cuyo contenido no está expresamente determinado en la ley, sino que constituye el producto del poder cautelar general de los jueces quienes, a solicitud de parte, pueden decretar y ejecutar las medidas adecuadas y pertinentes para evitar cualquier lesión o daño que una de las partes amenace infringir en el derecho de la otra, y ,con la finalidad de garantizar tanto la eficacia como la efectividad de la sentencia definitiva y de la función jurisdiccional misma. Aparece así que las cautelas innominadas están diseñadas para evitar que la conducta de las partes pueda hacer inefectiva el proceso judicial y la sentencia que allí se dicte (Las Medidas Cautelares Innominadas. Paredes Editores. Caracas: 1999: 11-12).
FUMUS BONIS IURIS
DE LA VEROSIMILITUD DEL DERECHO QUE SE RECLAMA.
Erigido el dictamen cautelar en el juicio hipotético realizado en sede jurisdiccional sobre el eventual éxito de la pretensión del demandante in iuditio deductae, requiere, como bien lo advirtió el autor PIERO CALAMANDREI en su imperecedera obra PROVIDENCIAS CAUTELARES, de una sumaria cognición que le permita al titular del Oficio Jurisdiccional, obtener elementos probatorios que hicieren emerger en su conciencia cognoscente verosimilitud o mera apariencia de la procedibilidad en derecho de la pretensión debatida.
Bajo los argumentos precedentemente transcritos, esta Operadora de Justicia observa que la verosimilitud del derecho invocado, a saber, el “fumus boni iuris”, no es un “juicio de verdad”; en todo caso, alude a un cálculo de probabilidades de que quien invoca el derecho es su titular, en otras palabras, corresponde a la presunción otorgada al Juzgador del buen derecho reclamado.
Así pues en el caso sub-examine, se observa de las actas que conforman el presente expediente que, a los fines de fundamentar el FUMUS BONIS IURIS, el solicitante acompaña a los fines de demostrar la relación arrendaticia, copia certificada de contrato de arrendamiento celebrado por los ciudadanos Blanca Josefina Peña Galué, venezolana, mayor de edad, titular de la cédula de identidad N° 1.689.604, domiciliada en la Ciudad de Miami de los Estados Unidos de Norteamérica, representada por la ciudadana María Cristina Finol de Nava, venezolana, mayor de edad, titular de la cédula de identidad N° 1.660.700, María Oldemburg de Peña, Carlos Peña Caldera y Luís Peña Caldera, venezolanos, mayores de edad, titulares de las cédulas de identidad Nros. 3.772.193, 12.999.865 y 14.922.645 respectivamente y por la sociedad mercantil Te Con Te C.A., inscrita por ante el Registro Mercantil Tercero de la Circunscripción Judicial del estado Zulia en fecha ocho (08) de febrero de 2000, bajo el N° 20, Tomo 7-A, representada por su presidente ciudadano Pedro Miguel Guanipa Villalobos, venezolano, mayor de edad, titular de la cédula de identidad N° 7.834.646, copia cursante a los folios quince (15) al diecinueve (19) de la pieza principal N° I del presente expediente signado con el N° 14.241.
Asimismo, a los fines de demostrar la propiedad del inmueble que se reclama, consignó original de documento de compra-venta protocolizado por ante el Registro Público del Primer Circuito del Municipio Maracaibo del estado Zulia, en fecha veintiuno (21) de mayo de 2013, anotado bajo el N° 2013.1382, Asiento Registral 1 del inmueble matriculado con el N 479.21.5.6.4978, correspondiente al folio real del año 2013, cursante a los folios veinte (20) al veinticinco (25) de la pieza principal del presente expediente signado con el N° 14.241.
En esta perspectiva, y siendo que la reclamación del accionante surge según lo manifiesta el actor en relación al vencimiento del contrato de arrendamiento sobre el inmueble objeto del litigio, es por lo que considera en consecuencia este Tribunal sin entrar a prejuzgar sobre el fondo del asunto planteado, que se encuentra lleno uno de los extremos exigidos por la Ley como lo es la verosimilitud del buen derecho (FUMUS BONIS IURIS). Así se declara.
PERICULUM IN MORA/ PERICULUM IN DAMNI
DE LA VEROSIMILITUD EN LA FRUSTRACIÓN DE LA PRETENSIÓN
POR EL DECURSO PROCEDIMENTAL.
La urgencia en evitar la frustración del eventual derecho aducido por el demandante como fundamento de su pretensión, aunado al sustento mismo de la tutela asegurativa preventiva, a saber, evitar que se frustre o quede ilusoria la tutela jurisdiccional, es la ratio essendi del presente requisito, en otras palabras, es la presunción grave de que la ejecución del fallo pueda resultar ilusoria, en términos del artículo 585 del Código de Procedimiento Civil.
Sin embargo, con el objeto de asegurar la legitimidad del ejercicio de la potestad jurisdiccional preventiva, se exige del solicitante la acreditación sumaria de elementos probatorios que hagan emerger en esta Juzgadora verosimilitud simple de la premura en la protección de la situación fáctica durante el iter procesal.
Ahora bien, según lo planteado por el sistema dispositivo, recae sobre las partes a lo largo del desenvolvimiento del proceso, la obligación de identificar señalar y determinar los hechos y elementos alegados que a bien tengan, con el fin de lograr la pretensión incoada con arreglo a lo establecido en la Ley. En tal sentido se ha determinado la obligación para el solicitante de una medida cautelar de allegar a las actas procesales pruebas fehacientes de los requisitos preceptuados en el artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, a fin de obtener la medida precautelativa solicitada. (Subrayado por el Tribunal).
Establece el articulo 12 del Código de Procedimiento Civil: “…..Los Jueces tendrán por norte de sus actos la verdad, que procuraran conocer en los limites de su oficio. En sus decisiones el Juez debe atenerse a las normas del derecho a menos que la Ley lo faculte para decidir con arreglo a la equidad. Debe atenerse a los alegado y probado en autos, sin poder sacar elementos de convicción fuera de estos, ni suplir excepciones o argumentos de hecho no alegados ni probados….”
El Profesor Dr. RAFAEL ORTIZ ORTIZ, en su obra “El Poder Cautelar General y las Medidas Innominadas señala lo siguiente:
“...A pesar de existir un poder cautelar general, y, al contrario de lo que pudiera pensarse, el Juez está sometido a mayores requisitos que en las medidas expresamente previstas (embargo, secuestro y prohibición de enajenar y gravar), pues el legislador estableció mayores condiciones para el decreto de las medidas Innominadas.
Requisitos estos que se exigen:
1.- Requisitos exigidos por el artículo 585: en efecto esta norma que sirve de marco a todas las medidas cautelares exige que se cumplan dos requisitos, en primer lugar que exista prueba el riesgo manifiesto de que quede ilusoria la ejecución del fallo (Periculum in mora), y en segundo lugar, que se acompañe un medio de prueba que constituya aun presunción grave del derecho que se reclama (fumus bonis iuris).
2.- Requisitos exigidos por el artículo 588: no sólo basta que se haya cumplido con los requisitos anteriores, sino que el propio artículo 588, el cual constituye la norma especial de las medidas innominadas, establece que éste tipo de medidas sólo es procedente cuando hubiere fundado temor de que una de las partes pueda causar lesiones graves o de difícil reparación al derecho de la otra (periculum in damni), además se requiere que la lesión sea de carácter continuo y se requiere de alguna providencia para hacer cesar esa continuidad.”
Es pues indudable que el solicitante de la medida tiene la carga de proporcionar al órgano jurisdiccional, las razones de hecho y de derecho que fundamentan su pretensión, conjuntamente con las pruebas que las sustenten por lo menos en forma aparente, quedando el sentenciador impedido de suplir la carga de la parte de exponer y acreditar sus argumentos, siendo que, de faltar alguno de esos elementos de convicción de ambas circunstancias, debe imponerse el rechazo de la petición cautelar por ausencia de los requisitos de procedibilidad exigidos en la referida norma adjetiva.
Así pues, no basta con alegar la parte solicitante de la cautela la erogación que representa la contratación del servicio de valet parking y vigilancia para el traslado y resguardo de los vehículos de sus empleados y clientes, resulta necesaria la efectiva demostración de los alegatos sobre los cuales se sustenta la medida innominada solicitada, ello en virtud de la conducta de la demandada que pudiera perjudicar de manera gravosa a la hoy peticionante de la medida asegurativa.
Relatado lo anterior, y, estableciendo la legislación adjetiva la procedencia de la cautela innominada cuando exista en el peticionante de la misma el fundado temor, respecto de que su contrario en el debate jurisdiccional pueda ejecutar conductas que le ocasionen eventualmente lesiones graves o de difícil reparación en la esfera de sus derechos, pasa de seguidas esta operadora de justicia al análisis de las documentales consignadas junto al escrito de medidas presentado; a este respecto de su lectura y análisis advierte este tribunal que casi la totalidad de las facturas consignadas correspondientes al servicio de valet parking, pertenecen al período del diecisiete (17) de abril de 2012 al dieciséis (16) de octubre de 2014, misma situación con respecto al servicio de vigilancia contratado, esto es del cinco (05) de noviembre de 2011 al primero de octubre de 2014.
Con vistas a las documentales consignadas por la parte actora como fundamento de la medida innominada solicitada, este órgano jurisdiccional considera propicia la oportunidad para realizar una breve síntesis de los argumentos presentados por la demandante en el libelo de demanda, a los fines de la realización del análisis necesario para establecer la procedencia de la cautelar requerida.
En este sentido observa este tribunal que el contrato de arrendamiento que hoy es objeto de controversia fue autenticado por ante la Notaría Pública Octava de Maracaibo en fecha dos (02) de noviembre del año 2004, anotado bajo el N° 80, Tomo 110 de los libros de autenticaciones respectivos, acordada su duración por cinco (05) años contados a partir de la fecha cierta del contrato de arrendamiento, prorrogable por períodos iguales de duración, así de un simple cálculo matemático entiende este tribunal que el mismo se encontraba vigente para el momento de la emisión de las facturas consignadas, de modo que las erogaciones realizadas por la parte actora por los servicios contratados durante la vigencia del contrato de arrendamiento celebrado no pueden constituir basamento de la medida preventiva solicitada, pues los gastos desglosados no pueden ser imputable a la parte que ha hecho uso del inmueble en virtud del contrato de arrendamiento celebrado, ello en virtud del conocimiento de la relación arrendaticia ante la adquisición del inmueble objeto del litigio, sentando este tribunal que la motivación de la presente resolución no representa opinión alguna sobre los puntos controvertidos en la presente causa, como lo es la efectiva procedencia o no del cumplimiento de contrato solicitado bajo los argumentos presentados por la actora.
Por último, con respecto a la factura N° 002290 de fecha tres (03) de noviembre de 2014, expedida por la sociedad mercantil Le Valet Parking C.A., por la cantidad de ocho mil doscientos ochenta y ocho bolívares fuertes con 00/100 (BsF. 8.288,00), considera este tribunal que dicha erogación no constituye circunstancia suficiente para crear en esta operadora de justicia convicción inequívoca e indefectible de la existencia de una presunción grave o temor objetivo por parte del pretensor, de ver frustrado su derecho e inejecutable el fallo dictado en la presente controversia (periculum in mora), o la circunstancia suficiente para suponer la actuación maliciosa de los demandados que pueda causar lesiones graves o de difícil reparación al derecho de la otra (periculum in damni), mas aun y cuando de las documentales consignadas adjunto a la solicitud de medida presentada, no se evidencia pruebas suficientes para la creación en esta operadora de justicia de una convicción en la efectiva posibilidad de la materialización a futuro de conductas por parte de los demandados en detrimento de los intereses del demandante, máxime cuando las facturas consignadas presentan imprecisión en cuanto a la información en ellas contenidas, pues de las mismas no se desprende con total claridad el servicio prestado, tal y como lo hubiere señalado la actora en el escrito de medida consignado, considerando igualmente por último quien aquí decide que, el otorgamiento de la medida innominada de ocupación temporal del lote de terreno situado en la avenida 3Y N° 69-86 en jurisdicción del Municipio Maracaibo del estado Zulia, representaría un pronunciamiento al fondo de la controversia pues ciertamente la pretensión de la parte actora se encuentra orientada a la efectiva entrega del terreno objeto del debate.
En consecuencia, por los fundamentos doctrinales, jurisprudenciales y los argumentos de hecho y de derecho precitados, y siendo que la solicitud cautelar en cuestión fue accionada conforme a lo dispuesto en el artículo 588 del Código de Procedimiento Civil y observando que no se evidencia de actas el cabal cumplimiento de los presupuestos y requisitos exigidos por la vía de causalidad contenidos en el referido artículo; esta juzgadora se encuentra en el deber de negar la medida innominada solicitada, tal cual como se hará constar en el dispositivo que prosigue. ASÍ SE DECLARA.-
En merito de las consideraciones anteriormente expuestas, este JUZGADO CUARTO DE PRIMERA INSTANCIA EN LO CIVIL, MERCANTIL Y DEL TRÁNSITO DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ESTADO ZULIA, NIEGA el decreto de la medida preventiva innominada de ocupación temporal del lote de terreno ubicado en la avenida 3Y N° 69-86 en Jurisdicción del Municipio Maracaibo del estado Zulia, solicitada por la profesional del derecho Maha Yabroudi, inscrita en el Inpreabogado bajo el N° 100.496, apoderada judicial de la sociedad mercantil Vertix Instrumentos S.A., parte actora en la presente causa.- Así se decide.
PUBLÍQUESE y REGÍSTRESE.-
Déjese por copia certificada del presente fallo por Secretaría.-
Dada, firmada y sellada en la sala de Despacho del Juzgado Cuarto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del estado Zulia, en Maracaibo, a los diecinueve (19) días del mes de enero de dos mil quince (2015).- Años: 204º de la Independencia y 155º de la Federación.-
LA JUEZA PROVISORIA, LA SECRETARIA,

DRA. INGRID VÁSQUEZ RINCÓN DRA. MARIA ROSA ARRIETA FINOL

En la misma fecha se dictó y publicó la anterior sentencia, anotada bajo el N° 14
La Secretaria,

DRA. MARIA ROSA ARRIETA FINOL.-



IVR/MAF/19C